Ya estaba muy mal. Tan mal que salí de la sala Clamores pensando que era la primera y la última vez que lo vería sobre un escenario. Y así fue. Más por mi culpa que por su aguante.
Así hasta hoy, que se ha cumplido ese evidente e irremediable presentimiento.
Queda la misma sensación que cuando en el 95 nos quedamos sin Antonio Flores. La sensación de perder a uno de los grandes y todos esos temas que aún quedaban por escribir y que ya nunca sonarán.
En fin... como dice Andrés Calamaro en su blog, la noticia no sorprende, pero entristece.
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